martes, 30 de agosto de 2011

Sobre bodas y otras cosas importantes (III)

Antes de nada, bienvenidas a las nuevas lectoras del blog y gracias por los comentarios. La verdad es que es me ha dado el impulso que necesitaba para volver a escribir. ¿Por qué no antes? Pues os podría decir que porque estoy hasta arriba de trabajo (os paso sin problema el contacto de mi jefe, por si queréis pedirle que me dé días libres), o porque no encuentro nada original que postear o porque estoy ocupada explorando en el poco tiempo libre que tengo, este nuevo país en el que vivo. Y todas esas razones son al mismo tiempo ciertas y falsas. Son ciertas porque es un hecho empírico que un día de éstos conseguiré que esas dos ojeras negras y enormes que se me han instalado debajo de los ojos se vayan. Y son falsas porque siempre se pueden sacar 5 minutos libres para, poco a poco, escribir un post nuevo. En realidad llevar un blog lleva muchísimo más trabajo que escribir una entrada. Al menos, si quieres que tenga más o menos éxito y que no sólo tu madre lo lea (hola mamá!). Pero ése no es el punto. El punto es que ahora que estoy de este lado, casada, que hace dos años y pico que tuve la que ha sido hasta el momento una de las mejores experiencias (y fiestas!) de mi vida, ahora veo las cosas de otra manera.

Este fin de semana nos hemos tenido que quedar en casa encerrados gracias a Irene. No a mi amiga Irene, sino al huracán (nota al pié, he decidido dejar de escribir mi amiga I. Total, si quien me conozca sabrá de sobra que mi amiga I es mi amiga Irene y quién no... pues le da igual). 48h seguidas en casa encerrados. Gracias a dios con conexión a internet y electricidad y comida que mi madre me ha dejado buenisísisima congelada. Pero aún así hemos pasado 48h encerrados en casa. Y me he dado cuenta de cómo han cambiado las cosas. No me malinterpreteis, sigue siendo genial estar con él y no tengo la más remota intención de divorciarme (como dicen los japos, mada!). Pero es diferente.

Empecemos por el principio. Nosotros nos conocimos un 17 de julio de 2003. Al cabo de mes y medio, yo me fui a vivir a Japón. 11704 km de distancia. 24h de avión con escala en Madrid y en algún punto de Europa. 8h de diferencia. Sin Skype! Como narices aguantamos es algo que se me escapa, pero aguantamos y cuando volví, decidimos que queríamos una relación. ¿Así de fácil? No! Tres meses después de volver a España, él se fue a vivir a una isla española (dejémoslo así, en plan misterioso). Y al cabo de 7 meses yo me fui a vivir a madrid. Dos años y pico después, él se vino a vivir a Madrid definitivamente. Un 15 de noviembre de 2006, por si teneis curiosidad. Y nos casamos el 22 de agosto de 2009, como ya sabéis. Es decir, llevamos 8 años de relación y 2 de casados. Y cuando nos casamos, llevábamos 3 años y medio conviviendo.

Si me hubiérais preguntado qué diferencia había entre estar casados y vivir juntos hace menos de un año, os hubiera dicho que era completamente diferente, que te cambiaba el chip, que no es lo mismo. Os hubiera contado cómo una boda te aproxima a tu pareja, cómo vives borracha de amor otra vez. Ahora no lo tengo tan claro. Creo que pasado el subidón, hemos vuelto a lo que siempre fue y siempre será nuestra relación. Y me encanta. Me encanta darme cuenta que sigo siendo yo, que no me he diluído en la otra persona. Me encanta seguir sonriendo con sus ocurriencias de bombero retirado y nuestras conversaciones absurdas. Me encanta seguir alucinando con que se plantee la cena a las 11 de la noche y que me eche la bronca por mi desorden patológico.

¿Ha merecido la pena la boda? Yo creo que sí. Pero no por las razones que pensé cuando quise casarme. Para mí, ahora, la boda ha sido el primer proyecto importante que llevamos a cabo los dos. Nos dimos cuenta de cómo cada uno se enfrenta a los problemas y cómo los solucina. Digamos que nos hizo un equipo. Y sólo por éso, ya mereció la pena.

¿Recomendaría a una pareja casarse? Sí, sin dudarlo. Pero teniendo claro que una boda es mucho más que conseguir salir ilesa de los preparativos y teniendo claro que una boda no es sólo el siguiente paso natural a una relación larga, sino un compromiso que hay que pensar seriamente.

¿Sabéis que viene en los próximos días? Una revelación sorprendente y una boda alucinante! Seguid por aquí!! Hay vestir de blanco para rato.

2 comentarios:

Miss Chloe dijo...

Bueno, pues esperaremos con ansiedad esa revelación "tan sorprendente" ;) Por cierto, qué vida tan emocionante y viajera has tenido en los últimos años, no?

María dijo...

Un poco sí :)

Otras historias que te pueden interesar

Blog Widget by LinkWithin

About Me

Mi foto
María
Empecé este blog en el 2008, cuando estabamos planeando nuestra boda. Y desde entonces, cambiamos de planes un montón de veces y hasta nos casamos! ¿Por qué vestir de blanco? Porque todas las revistas han terminado pareciéndome iguales, porque la inspiración aparece donde menos te lo esperas. Porque nos casamos. vestirdeblanco@gmail.com
Ver todo mi perfil

Seguidores

Translate

Vestir de blanco en Facebook

Blog Archive

FEEDJIT Live Traffic Feed

Con la tecnología de Blogger.