jueves, 2 de septiembre de 2010

Sobre bodas y otras cosas importantes (II)

Interrumpimos el momento cocinero porque he leído este mensaje y lo reproduzco, con permiso de la autora, aquí. Creo que es importante porque, lo mismo que ella se siente así, algunas de las personas que leen este blog pueden estar sintiendo ésto mismo.


SOY LA NOVIA MÁS RANCIA DEL PLANETA?



 Yo no he sentido eso tan especial que se supone que se siente cuando te pruebas "tu" vestido. Me probé ese, me gustó, me probé otros, me gustaron también y al final me quedé con el mio porque era de los que más me gustaban y no era tan caro como el otro que me gustaba y listo. No me transportó una nube de éxtasis ni sonó musiquilla celestial ni nada. Igual es que no es "mivestido", pero al final será con el que me case. Las alianzas o el anillo de compromiso igual, no son nada que me enloquezca, pero son lo que escogió mi novio y así están bien. No sé si es porque yo soy rara o una rancia o qué me pasa, pero la mayoría de las cosas que la gente dice que le pasan en plan "lo más maravilloso del mundo mundial" para mi siempre son cosas normales sin más. El vestido me gustó, pero no me vi arrobada perdida sientiéndome la mujer más emocionada de la historia, ni mi madre cayó al suelo de rodillas llorando y gritando "qué guapa estás, hijaaaaaa", ni nada de nada. Es que he leido algunos foros de bodas y madre mia, todo es un mundo y un acontecimiento y es la crónica de un sueño y el vestido les habló y les dijo "hazme tuyo" y de la mañana a la noche el dia fue como el capítulo final de un culebrón, todo felicidad y magia y yo qué sé, estoy absolutamente segura de que en mi caso no va a ser así. Será un dia distinto, en el que algunas cosas serán geniales y otras puede que salgan mal.

No sé si es que ya soy muy poco romántica, pero no me acabo de creer que todo sea tan de color de rosa, ni en la vida ni en la boda. Y los novios con los que he hablado al final de la fiesta estaban contentos y sobre todo agotados, pero no embobados de gozo. Y luego lees las crónicas de las demás y parecen el final de una peli de princesas disney.


Me sentía hasta culpable o rara por no estar sintiendo tanta magia, por no dar a las cosas más importancia de la que yo pienso que tienen y por no estar viviendo todo esto en una nube. Que me hace ilusión, pero a mi manera y realmente no me he tirado un mes pensando en el color de la rafia del ramo de las flores de la iglesia, ni probando zapatos como cenicienta ni nada de todo eso, he ido escogiendo las cosas ligerita, como tantas cosas en la vida y al final, he dado muchas más vueltas a la luna de miel o a cualquier viaje que hago que a la boda. Pero claro, luego ves a otros que te miran como si fueras color verde por haber escogido las invitaciones en 10 minutos sin haber pateado todas las imprentas de la provincia y de la zona norte y empiezas a pensar si al final la rara seré yo

Yo creo que nos venden la idea de que nuestra boda tiene que ser un cuento de hadas en el que nosotras nos sintamos princesas. Nos venden que es el día más feliz de nuestras vidas. Nos venden que hay que tenerlo TODO (y con todo me refiero hasta cambiar el jabón del baño de señoras del restaurante porque el dispensador es feo. M, si me estás leyendo, sorry, lo pienso) porque si no, después nos vamos a arrepentir y vamos a sentir que no fuimos todo lo especial que tendríamos que haber sido. Y creo que nos crean expectativas que no son reales y que, a la larga, nos llevan a un estado de confusión en el que nos creemos raras, frígidas o estúpidas por no haber vivido esa sensación de gozo pleno que es una boda. 

Mi experiencia personal es que es un día muy bonito, lleno de significado, pero que no es nada de lo que te dicen que tiene que ser. Creo que se pasa fenomenal, que realmente sientes que nada puede estropearlo y no sientes ni cansancio ni dolor de pies. Pero creo que hay que ser realistas y darle el valor que tiene y tener las expectativas justas y necesarias, pero no más allá. 

Ni el vestido te transporta al mundo de nunca jamás, ni golpeando tres veces con los zapatos matas a la bruja del oeste, ni tu marido es el principe encantador que te va a dar el beso de tornillo más especial del planeta cuando te declaren marido y mujer. Pero vas a estar muy guapa con el vestido, no te van a doler los pies y tu marido... es tu marido y se te va a quedar cara de tonta una buena temporada al mirarlo.

En el 2008 yo me sentía como tú y descubrí un blog -A practical wedding- que hablaba de estas cosas (en inglés) que 
Meg, así se llama la autora, empezó a escribirlo un pelín después del mío y que se casaba unos días antes que yo. Meg, americana, tenía muchos comentarios y muchas respuestas en el mismo sentido y un día propuso crear el "Practical Team" y todas las personas que escribíamos blogs sobre bodas normales dejamos un comentario con nuestro blog y aparecimos durante mucho tiempo en su blogroll (lo quitó hace unos meses, al reestructurarlo). Aquello me dió la perspectiva de que yo no era la única en el mundo ni que mi caso era extremo. Sólo tenía otra forma de entender las bodas y de plantearlas. Gracias a éso me dí cuenta de que una boda es mucho más que seguir la lista de cosas que hay que hacer según tal o cual revista y desmontamos y volvimos a montar nuestra boda. ¿Y sabes qué? La sentimos más nuestra y la disfrutamos mucho más. Pero siguió sin ser un cuento de hadas, aunque sí un día que todavía me hace sonreír (y no te imaginas cuánto) cuando lo recuerdo.

La que se avecina...

Sólo diré que ya tengo todo preparado para cocinar la siguiente entrada del blog. He decidido que nada mejor para ilustrar un post que un DIY (do it yourself- hazlo tú mismo) en toda regla. El domingo, el resultado. Sólo daré una pista: clara de huevo, almendra y azúcar... si alguien lo adivina, prometo una docena (de pastelería, nadie más que mi marido tiene por qué sufrir mis experimentos culinarios).
La promesa es en serio!!

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María
Empecé este blog en el 2008, cuando estabamos planeando nuestra boda. Y desde entonces, cambiamos de planes un montón de veces y hasta nos casamos! ¿Por qué vestir de blanco? Porque todas las revistas han terminado pareciéndome iguales, porque la inspiración aparece donde menos te lo esperas. Porque nos casamos. vestirdeblanco@gmail.com
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