Vestir de blanco: ¿Es realmente necesario...

miércoles, 14 de mayo de 2008

¿Es realmente necesario...

5/14/2008

Tener dos vestidos: uno para la ceremonia y otro para el baile?
Hacer regalos a los invitados?
Preparar tarjetas de agradecimiento para todos?
Encargar los bajoplatos a juegos con las servilletas? (M. no te enfades, es en general, no hablaba de tí en particular)
Preparar centros de mesa tan grandes que los invitados no se vean?
Hacer un cóctel antes de la cena?

Hace tiempo que creo que la industria de las bodas nos toma el pelo. Es decir, si nos cobran 2000€ por un vestido, 150€ por un ramo sencillo, 120€ por un maquillaje (que qué tendrá que ver que sea de novia!!!), 120€ por un menú... sinceramente, a veces creo que, como decía Asterix, están locos estos romanos.

Pero el caso es que llevas tiempo mirando revistas de moda, leyendo todo tipo de información sobre bodas, visitando foros, blogs, etc... Y de pronto un día, te das cuenta que has planeado una cosa gigantesca, exactamente lo que la industria de la boda espera que planees y que no se adapta nada a tí. Tienes dos vestidos, estás pensando en ponerte uñas de porcelana (tú, que no te has hecho la manicura en la vida y dudas si ponerte extensiones. Y de pronto te das cuenta de que has perdido la perspectiva. En mi caso fue leyendo un blog, A practical wedding, donde me dí cuenta de hasta qué punto no estaba planeando la boda que yo quería (simple, sencilla, en la que se notara lo que nos queremos), sino una gran fiesta para hacer lo que yo creía que los demás esperaban de mi boda.

No way. No pienso gastarme más dinero del necesario, no quiero un sólo invitado por compromiso y pretendo disfrutar de un día tan especial al lado de la gente que es importante para mí. Sin regalo. No queremos regalos de la gente. Nuestro regalo es que los invitados nos acompañen y disfruten con nosotros de nuestro día. Y sí, queremos celebrarla en Puerto Rico, porque es especial para nosotros, más que un salón de bodas anónimo y porque nos apetece compartir esa parte de nuestras vidas (bueno, mía en concepto de bienes gananciales) con todos aquellos que nos importan.