Con siete años piensas que algún día te casarás y tendrás hijos. Bueno, en realidad piensas que te casarás a los 14 años, con un vestido con muuuucho volumen y una tarta con forma de piruletas.

Con diecinueve años dejas (o te deja) tu primer novio y crees que el mundo se acaba, que nunca te casarás.

Con veinticinco no prestas atención a las bodas, son fiestas a las que vas, días en los que te arreglas y tienes fiesta y barra libre hasta las tantas.

Y de repente, estás a punto de cumplir los treinta y te encuentras con todas tus amigas casadas, tu hermana a punto de hacerlo y planeando tu propia boda. Si fuera una película, sonaría un disco rayado, fundido en negro y comenzaría la historia de cómo ha llegado tu vida a este punto. Pero la vida no es una película, así que ponemos de nuevo en marcha la grabación y seguimos.

Una boda es una locura en la que además, se supone que tienes que poner en venta tus dos riñones. Bueno, los tuyos y los de tu pareja. Yo me niego en redondo a gastarme esa enorme cantidad (¿cuánto 25000€???? ¿en un día????) y estoy en plena búsqueda y captura de la boda perfecta por menos de 10 000€. Y cuando digo la boda perfecta, quiero decir esa boda maravillosa en la que tú disfrutes, tus amigos disfruten y tu familia disfrute sin dejarse una gran cantidad de dinero.

Os iré contando.